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Lucha por la sustentación

Las guerras en las sociedades primitivas se realizaban para vengar actos violentos.
La guerra primitiva se basa en una causa práctica. En este caso, los pueblos primitivos emprenden la lucha cuando carecen de alternativas mejores a problemas concretos, cuando la emprenden, esta población estaría llegando al llamado “límite de sustentación” del hábitat.

La mayoría de sociedades primitivas poseen mecanismos de regulación de la capacidad de sustentación, reduciendo la población, la producción y el consumo. La guerra es uno de estos mecanismos que ayudan a mantener el equilibrio ecológico de las poblaciones humanas. Pero lo importante no es este efecto de regulación sobre un grupo en concreto, sino sobre el total de la población de la región.

Los maring, como muchos grupos primitivos, practican la poliginia: muchos hombres tienen varias esposas, y las mujeres desarrollan la mayoría de tareas hortícolas. La guerra conserva el sistema maring a través de dos consecuencias más indirectas: el abandono temporal de los huertos permite mantener la capacidad de sustentación de la región, pues zonas cultivadas intensivamente quedan en paro mientras que se ponen en cultivo nuevas áreas.

Por otra parte, la guerra obliga a maximizar el número de varones. Es el precio pagado por las sociedades primitivas por criar hijos cuando no se pueden permitir crear hijas.

Finalizando, la guerra, a lo largo de la historia, ha sido una estrategia de adaptación vinculada a condiciones tecnológicas, demográficas y ecológicas específicas y no el resultado del carácter agresivo del ser humano como se ha venido postulando.


1 comentarios:

Ana Estela i Gallach dijo...

El vídeo afegit al final no aporta molt. Millor en la part crítica per valorar la poligínia.

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